Esencia perdida
- No siento nada. Estoy como adormecido – dijo mirando al techo y suspiro. – O en realidad sí. Tengo una presión en el pecho que no me deja respirar tranquilo. Es como angustia, pero no es angustia. Ella lo miró e intentó acariciarle el pecho. - No. No es literal. No me duele como siempre, es más una sensación que una realidad. - ¿Hace cuánto que no sos como querés? - Hace mucho la verdad. Y trató de recordar hace cuánto no se sentía libre. Ciertamente había lugares o momentos. Cuando estaba solo, era él consigo mismo. O cuando iba a la cancha o algún acontecimiento particular podía ser él rodeado de otros. Pero si no, le costaba liberar su esencia. No encontraba la manera de no sentirse atado al resto, a las construcciones culturales y sociales, o a las construcciones grupales. Pocos amigos tenía con quienes podía ser. Entre bromas y chicanas, entre recuerdos y cervezas. Y a ellos casi ya no los veía. Las realidades de la vida, los dolores del crecimiento los habían