Las montañas
Las montañas que están al oeste.
Las montañas que están al oeste, que son imponentes y guardan
tras de sí al coloso.
Las montañas que también están al este.
Las montañas que también están al norte y al sur.
Las montañas que
están por todos lados.
Las montañas que le dan la bienvenida al sol y que lo
esconden.
Las montañas que te acompañan gran parte del camino, aunque no
hayas llegado.
Las montañas que resguardan la entrada desde cualquier lado
del que quieras llegar.
Las montañas que te reciben cuando vas llegando.
Las montañas que te asombran y te maravillan cada vez que
levantas la mirada.
Las montañas que te despiden cuando vas saliendo.
Las montañas que resguardan la salida por cualquier lado por
el que quieras salir.
Las montañas que te acompañan gran parte del camino, aunque
ya te hayas ido.
Las montañas que son entrada y salida.
Las montañas que, para donde mires, están precedidas por
hermosas hileras de árboles.
Las montañas que están cerca y se pueden escalar.
Las montañas que son más fáciles de escalar.
Las montañas que no están tan cerca y también se pueden escalar.
Las montañas que no son tan fáciles de escalar.
Las montañas que están al oeste, que siempre están nevadas.
Las montañas que guardan las nieves eternas, blancas y
radiantes todo el año.
Las montañas que no están al oeste, que no están siempre
nevadas.
Las montañas que no están al oeste con sus colores diversos
y maravillosos.
Las montañas que de chico me parecían irreales.
Las montañas que me invitaban a encontrar dibujos entre sus
formas y colores.
Las montañas que resguardaban mis vacaciones a veces por
hasta un mes.
Las montañas que me acompañaban una, dos, tres veces al año.
Las montañas que rodeaban las casas de mis abuelos.
Las montañas que rodeaban las casas de mis tíos.
Las montañas que podía ver desde los patios.
Las montañas que estaban siempre.
Las montañas que alguna vez subí.
Las montañas que desde abajo te enseñan lo pequeño que puede
ser uno.
Las montañas que desde arriba te enseñan lo pequeño que puede
ser todo lo que las rodea.
Las montañas que se volvieron parte del paisaje.
Las montañas que no siempre disfruté.
Las montañas que no siempre admiré.
Las montañas que ahora sí miro de grande.
Las montañas que quiero disfrutar de grande.
Las montañas que me siguen impresionando y erizando la piel.
Las montañas que ahora también coronan el cementerio y lo
hacen único.
Las montañas que me invitan a recorrerlas y adentrarme eternamente.
Las montañas que me enseñan que siempre lo que me espera
adelante será distinto.
Las montañas que también me piden que me siente y las
contemple.
Las montañas que me enseñan la quietud y el silencio de la
paz.
Las montañas que me enseñan lo que es la paz.
Las montañas que me invitan a entrenar en ellas.
Las montañas que me aseguran que nunca otro entrenamiento
será igual.
Las montañas que me invitan a que las escale.
Las montañas que algún día escalaré.
Las montañas que me piden que las siga visitando.
Las montañas que me piden que no las abandone.
Las montañas que rodean mi lugar en el mundo.
Las montañas que rodean Uspallata.
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