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Mostrando las entradas de junio, 2021

Juguetes

Una semana hay silencio y tranquilidad. Una cuna llena de juguetes; un monopatín estacionado; un aparador que, en lugar de adornos, tiene más juguetes; cuadros; el televisor; sillas que, en general, no se mueven; un colchón con dos perras que duermen. A veces el televisor está prendido por horas, a veces no se prende en todo el día. La siesta no existe. O al menos no es un momento sagrado durante la tarde.   La otra semana, todo se da vuelta. El monopatín, si no se está moviendo, está estacionado en cualquier lado. La cuna no pasa a estar vacía, pero las cosas que tiene entran y salen. A veces las pide desde afuera y otras él pide entrar a la cuna para sacar lo que quiere. La pelota azul vuela gracias a su liviandad, o quizás vuela también la pelota verde, pero es menos liviana y levanta menos altura. A veces también patea una pelotita del árbol de navidad que sacó cuando estaba armado y le quedó entre sus juguetes. Un pianito sin pilas que, de tantos golpes, ya se había quedado tr

Amanecer

Cuando miró por la ventana estaba amaneciendo. Llevaba toda la noche en vela y no podía dejar de pensar. Entendía que ese cansancio era parte de todo lo que venía viviendo y, en parte, no sabía si tenía intenciones de evitarlo. No tenía sueño, no quería dormir. Esas horas mirando la oscuridad lo habían ayudado a ordenar pensamientos. Medianamente ya tenía pensado cuáles serían sus siguientes pasos a seguir. La paulatina luminosidad que había ido apareciendo por entre las cortinas había hecho que se levantara. Parpadeó extrañado mientras miraba el sol salir y empezó a pensar nuevamente cómo había caído en esa situación. En qué momento todo esto había llegado a ese punto de no retorno. Una serie de malas decisiones concatenadas de las cuales la única que había sido culpa suya había sido la primera. Y aún así era el mayor perjudicado, si no el único. Se dirigió al baño a ver su rostro. A pesar de no haber dormido un solo minuto estaba intacto. En realidad seguía teniendo la misma cara de

La calma

 Siempre pensé que la frase "la calma que antecede a la tormenta" era más una metáfora que una verdad, pero esta calma se está volviendo sospechosa. Estas últimas semanas han sido tan tranquilas que me hacen sospechar que no pueden ser reales. De todas formas, aprendí que a veces termina siendo cierto el hecho de que la paz no es más que el período entre dos guerras. Porque, qué problema acostumbrarse a estar en guerra permanentemente. Batalla, reagrupar, batalla, reagrupar. A veces ni siquiera hay tiempo de reagrupar, es una batalla tras otra. Termina cansando. Mental y físicamente. Todavía recuerdo los buenos tiempos. Cuando las turbulencias no se veían en el horizonte. Cuando el cielo era celeste, sin nubes. El cielo siempre tiene que tener nubes. Si no tiene nubes, te insolás. Y cuando la relación no tiene nubes, es porque algo anda mal. Cuando te estás insolando no te das cuenta de que te estás insolando, y cuando la relación no tiene nubes tampoco te das cuenta de que e

Una charla cualquiera

 - Fer, Juani, ¿mates? - ¿Quién va a cebar? Porque si ceba Fer yo no tomo, es horrible cebando mates. - Uy, perdón, no sabía que teníamos acá una eminencia en mates. ¿En cuántas competencias fuiste jurado? - Mejor cebá vos Manu, de Fer no puedo esperar ni un chiste bueno. - Sí, dale, vos seguí bardeándome en público. Después se va Manu y no decís lo mismo. - ¿Estamos sacando trapitos al sol? - No sé, decime vos. ¿Tenés algún trapito mío? - Mirá, si cuento los trapitos que tengo tuyos... - Jajajaja, no seas imbécil. ¿Cómo estás Manu? - Bien Fer. Con mucho cansancio, supongo que será la época del año. ¿Dulce o amargo? - Dulce, dulce. Para amargura tenemos a Fer. - Claro, porque vos sos la dulzura andante. Contale a Manu los mensajitos que me mandabas anoche. - ¿Volvimos con los trapitos? Ya te dije que no te conviene. - ¿Me estás amenazando? - Yo no amenazo. Es simplemente un recordatorio de que no te conviene jugar con fuego. - Quizás me gusta quemarme. - Sí, se sabe que sos medio masoq

El centro de atención

Era el centro de atención de la reunión. Había algo en él que hacía que lo mirara todo el mundo. Y nos resultaba hipnótico. Pero, al menos yo, no podía identificar de qué se trataba. Caminar, caminó poco. Llegó y se sentó en un sillón a hablar y tomar. O tomar y hablar, en cualquier orden era lo mismo. La forma de tomar no era muy distinta a la de cualquier persona de su estatus. Hablar no lo escuché, lo veía de lejos no más, sus gesticulaciones, sus movimientos de manos, de cejas, su boca modulando de más (podía verlo simplemente leyendo sus labios). Supongo que es de clase media alta porque se ve que es alguien que tiene para gastar y para demostrarlo, pero tiene ese aire de ampulosidad que no tienen las personas ricas porque no necesitan andar haciendo espamento de lo que tienen. Sí, creo que es eso. Cuando lo miré por encima no lo noté. Incluso si miro los detalles por separado no me doy cuenta, simplemente parece alguien ridículo. Pero si los sumo me doy cuenta. Los ricos le diría

La caída

¿Hay definición más trillada de la comedia que una caída? Un tropezón, un paso mal dado, algo en el piso que hace resbalar. Es risa fácil. A menos que la caída sea preocupante. Bueno, quizás haya risa y después preocupación. Creo que eso pasó alrededor mío cuando me caí. Bueno, me caí un montón de veces, pero esa fue LA caída. Entre adolescentes ver que alguien cae en una clase de educación física debe ser como un premio impensado, distiende. El problema es cuando se ve que la persona que cae rebota con la cara contra el playón de hormigón. Yo había empezado a usar los lentes de contacto pocos días antes y con los lentes de contacto las distancias se miden diferente respecto a los lentes aéreos, así que cuando puse las manos para amortiguar la caída ya estaba contra el piso y sólo sirvió para rasparmelas. Si nunca usaron ambos tipos de lentes, no saben de lo que hablo así que no hay chance de desacreditarlo. No sé si demoré en levantarme, no tengo ese recuerdo, pero sí sé que había gen

La casa de adobe

Cerrar estas ventanas es como cerrar un pedacito de mi alma. Cerrarlo literalmente. Así como, en mi imaginario, nunca nadie podrá ocupar esta casa más que ustedes, nadie podrá ocupar ese espacio de mi alma tampoco. La última vez que vine estaban ustedes dos sentados al lado de su salamandra, esa estufita a leña que tantos inviernos abrigó. Él leyendo revistas y diarios viejos con su lupa debajo de su lamparita. ¿Cuántas veces habrá leído esas hojas? ¿Encontraría cosas nuevas? ¿Descubriría cosas que antes no había leído? Vos mirabas la pared, vaya uno a saber pensando en qué. En el último tiempo no prendías la tele, por no gastar. Apenas si prendías la luz. Y recuerdo las comidas en la mesa del comedor. Y esas tardes y noches jugando a las cartas, a esa imborrable escoba de 15. Aunque tan imborrable no era porque me acuerdo poco cómo jugarla. Creo que me hace falta un partido con vos. Porque vos la hacías imborrable. Y los desayunos en la mesa de la cocina. Esa cocina con el aparador en

Borradores

Hola, tanto tiempo. Te preguntaría cómo estás, pero por lo que me llega de vos, parece que estás bien. ¿Estás bien? No llego a comprobarlo en tus ojos. Sabés que decidí alejarme de tus redes, así que la única forma que tengo de comunicarme con vos es por mail. Quizás te parezca raro porque nunca te llegó un correo mío, pero seguís estando en mis favoritos. Yo estoy. Aprendí a sobrevivir y, supongo, o espero, en algún momento recordaré cómo vivir. No es lo mismo, aunque se parezcan. Alguna vez te conté esa sensación de moverme, pensar y respirar sin estar moviéndome, pensando o respirando. Es raro, lo sé, nunca lo entendiste. Pero tampoco entendías cuando te decía que estaba pensando en nada. ¿Te acordás? "No podés pensar en nada, algo tiene que haber en tu cabeza". Bueno, últimamente intento tener la mente en blanco la mayor cantidad de tiempo posible, porque mi pensamiento recurrente sos vos. Mis recuerdos recurrentes son con vos. Mi deseo recurrente sos vos. Mientras tanto,