La calma
Siempre pensé que la frase "la calma que antecede a la tormenta" era más una metáfora que una verdad, pero esta calma se está volviendo sospechosa. Estas últimas semanas han sido tan tranquilas que me hacen sospechar que no pueden ser reales.
De todas formas, aprendí que a veces termina siendo cierto el hecho de que la paz no es más que el período entre dos guerras. Porque, qué problema acostumbrarse a estar en guerra permanentemente. Batalla, reagrupar, batalla, reagrupar. A veces ni siquiera hay tiempo de reagrupar, es una batalla tras otra. Termina cansando. Mental y físicamente.
Todavía recuerdo los buenos tiempos. Cuando las turbulencias no se veían en el horizonte. Cuando el cielo era celeste, sin nubes. El cielo siempre tiene que tener nubes. Si no tiene nubes, te insolás. Y cuando la relación no tiene nubes, es porque algo anda mal. Cuando te estás insolando no te das cuenta de que te estás insolando, y cuando la relación no tiene nubes tampoco te das cuenta de que en el futuro algo va a estar mal.
El punto es que yo hoy puedo darme cuenta. Todo el tiempo que pasamos sin nubes significó que los problemas que había los escondimos abajo de la alfombra. Y bueno, la alfombra mucho no puede aguantar. En algún momento hay que sacar los trapitos al sol. La diferencia está en que si, en algún momento. la relación tuvo nubes, los trapitos se pudieron airear un poco. Pero, si todo se escondió abajo de la alfombra, en algún momento va a terminar saltando. Como en ese capítulo de Los Simpson donde Homero esconde la basura abajo de la ciudad y termina saliendo por un insignificante hoyo de golf. Y hay que terminar mudando la ciudad.
Sí, me encantan los paralelismos con Los Simpson. Y ella no veía Los Simpson. ¿Quizás habremos sido incompatibles desde un principio? ¿Acaso Los Simpson tiene que definir una relación? Bueno, sí. Pero no porque sean Los Simpson. Sino porque hay cuestiones que marcan a una persona y que a la otra puede que no la marquen. Puede que no le interesen. Y hasta puede que le resulten tediosas si no le gustan. Las incompatibilidades son impredibles. Siempre en movimiento está el futuro.
Sí sé que ella está cansada de esperar que busque una salida. Porque, además, ella nunca me pide una salida. Simplemente me pide que la escuche. Pero, qué sé yo, tengo que buscar una solución para todo. Si un problema existe, tiene que ser solucionado. Por algo es un problema. No digo que la solución tenga que ser perfecta (o sí), pero... ¡es un problema!
No hay caridad en amoldarse a lo que le da comodidad a la otra persona. Así como no hay egoísmo en pedirle a alguien que se amolde a lo que a uno le da comodidad. Bah, es muy fácil decirlo, pero muy difícil no sentirlo. Para alguien que vive sobre la empatía, es casi una tortura. Igual, la empatía durante las guerras se adormece. En el período de paz puede que reaparezca. Si la paz es un oasis, la empatía es un espejismo que desaparece cuando reaparece la guerra.
En fin, seguiré contemplando la calma. Quizás haya tormenta. Quizás haya batalla. La pregunta que me ronda es, quien gane la guerra, ¿qué ganará?
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