El centro de atención
Era el centro de atención de la reunión. Había algo en él que hacía que lo mirara todo el mundo. Y nos resultaba hipnótico. Pero, al menos yo, no podía identificar de qué se trataba.
Caminar, caminó poco. Llegó y se sentó en un sillón a hablar y tomar. O tomar y hablar, en cualquier orden era lo mismo. La forma de tomar no era muy distinta a la de cualquier persona de su estatus.
Hablar no lo escuché, lo veía de lejos no más, sus gesticulaciones, sus movimientos de manos, de cejas, su boca modulando de más (podía verlo simplemente leyendo sus labios). Supongo que es de clase media alta porque se ve que es alguien que tiene para gastar y para demostrarlo, pero tiene ese aire de ampulosidad que no tienen las personas ricas porque no necesitan andar haciendo espamento de lo que tienen.
Sí, creo que es eso. Cuando lo miré por encima no lo noté. Incluso si miro los detalles por separado no me doy cuenta, simplemente parece alguien ridículo. Pero si los sumo me doy cuenta. Los ricos le dirían "un pobre rico" y cada vez que me acuerdo de esa frase me río. Ahora no puedo evitar reírme cada vez que lo miro. Y no sé si queda mal, el resto de la gente lo mira fascinada. Pero es gracioso. ¿Nunca vieron un rico falso? Cuando pasas el tiempo con gente como esta y con gente que no necesita hacer todo lo que hace este tipo aprendés a reconocer la diferencia
Será que nunca me gustaron las personas espamentosas (sí, dije espamento dos veces seguidas, pero lo vale). Será que nunca me gustó llamar la atención de esa manera y este tipo tiene todos esos detallitos que yo no tendría jamás. Las manos con tantos anillos, innecesarias. Los collares en el cuello, innecesarios. Los detalles brillantes en las esquinas de los lentes, innecesarios. Los lentes de sol adentro son innecesarios. ¡La presencia de este tipo acá es innecesaria!
Ya dejó de darme gracia y me está empezando a molestarme. Porque no puedo entender que alguien sea tan ridículo, pero además no puedo entender que haya tanta gente fascinada a su alrededor, mirándolo y riéndose como si fuera el cómico del año. Debería acercarme, quizás al menos lo que habla vale la pena y me río un rato. Capaz que hasta me haga que cambie de opinión. Aunque para que eso pase no debería mirarlo, porque me va a generar repulsión de nuevo.
Igual, por como suenan las risas ni debería acercarme porque sé que voy a terminar indignado. Y sí, teniendo en cuenta la gente que tiene alrededor es casi seguro que lo que cuenta como gracioso no tiene nada de gracioso. Ahora que me voy acercando me doy cuenta de que hay como un círculo alrededor del círculo que lo rodea. Está la gente obnubilada que le festeja lo que está diciendo y después hay como dos metros donde no hay personas. Y afuera hay un montón de gente que lo mira con la misma cara de desconfianza que tenía yo. Quizás no debería estar acercándome, pero ya estoy acá a mitad de camino y no puedo amagar con que iba para otro lado. Debería buscar algún trago y hacerme el boludo para escuchar como quien no quiere la cosa. O pedirle fuego a alguien. No, es muy obvio, al pedo. Además, ya estoy acá, no tiene sentido inventar alguna mentira. ¿Me están mirando a mí? ¿Me está mirando a mí?
-¿No te reís? ¿No te pareció gracioso?
-¿Qué? ¿Me estás hablando a mí?
-Sí, sos el único que no se está riendo con lo que acabo de contar. ¿No te pareció gracioso?
-Disculpá, no te estaba prestando atención porque estaba pensando. Quizás ese concepto sea difícil para ustedes, pero quédense tranquilos que seguro en algún momento les va a llegar.
Al final no sabía por qué me acerqué, pero sí terminé sabiendo para qué. Al menos les dejé cara de perro desorientado.
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