Contrastes

Se miraban y podían ver en la otra persona todo lo que no veían en sí mismos, los contrastes permanentes con los que convivían mientras se sonreían mutuamente.


Ella permanentemente le preguntaba qué tenía para contarle y él buscaba algo para responderle y contarle aunque no tuviera nada nuevo que contarle.


Él veía la capacidad de ella de retraerse para evitar ser lastimada. Ella contemplaba lo pasional que podía ser él.  Pero al mismo tiempo él intentaba racionalizarlo todo. Y ella le decía que no lo racionalizara, que a veces estaba bien dejar fluir lo que sentía.

Y él le contaba que si no racionalizaba, escondía abajo de la alfombra. Y ella lo escuchaba porque no había pasado por los procesos que había pasado él.


Porque sus pasados también contrastaban. Dónde se encontraba cada uno a cierta edad. Ella sin haber pasado por una relación formal en el sentido más estricto del concepto y él saliendo de la mayor formalidad que podía haber.

Ella no estaba acostumbrada a caminar de la mano y él le agarró la mano porque creyó entenderlo de su lenguaje corporal. A ella no le gustaba dormir en cucharita y a él le encantaba cucharear.

Tanto contraste había, que se amaban con la misma intensidad, pero a ella le costaba mucho más que a él decirlo porque no estaba acostumbrada.


Ella, con varios años menos que él, ya había terminado de cursar y solamente tenía que terminar de rendir; él seguía estancado en un mar donde no veía orilla. Pero ella lo empujaba a seguir. Aunque antes le preguntaba si lo que quería era seguir.


Él era de las ciencias exactas y ella de las ciencias sociales. Ella creía en la astrología y estudiaba tarot y él era un férreo convencido de cientificismo. Porque él estaba convencido de que la ciencia es la única fuente confiable de conocimiento. 


Tenían una percepción completamente distinta sobre la confianza. Ella confiaba en sus amigas y en sus afectos más cercanos; él podía confiar más en alguien que recién conocía que en personas que lo habían acompañado por años. Porque a la vez, tenían una percepción distinta de lo que podía ser una crítica constructiva o destructiva y él no soportaba cuestionamientos que no vinieran acompañados de un cuestionamiento genuino y que le permitiera crecer y ver las cosas con una mirada nueva en lugar de una mirada quedada en el tiempo.


Había música que compartían y era la que más escuchaban, pero había otros estilos que no. Él ponía música de cantautor y ella lo miraba. Ella ponía reggaeton o trap y él escuchaba.  Lo soportaban porque se amaban, aunque no fuera la música que les gustara.


Ella no soportaba el terror. Él era super miedoso, pero encontraba ese gustito de sufrir viendo una película. O jugando algún videojuego de terror. Y ella preguntaba "¿por qué jugás a eso?". Y él no contestaba porque se preguntaba lo mismo, pero seguía jugando. O viendo películas y series de terror.


Ella escribía para sí misma y no lo compartía con nadie. Y mientras ella se iba a dormir, él se quedaba escribiendo para publicar y compartir.

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